El siseo matutino de los domingos acompaña mi despertar cada semana:
¿Por qué, Diario, la gente desayuna huevos con chorizo, con jamón o estrellados?
Hoy en la mañana subí a la azotea y el ruido que olía era el del aceite caliente en contacto con el albumen
Yo no tengo álbumes de fotografía, quizá porque en una de tantas mudanzas
los perdí o quizá porque nunca los tuve y sólo los imagino o quisiera tenerlos o deseo recordarlos
Diario, dime, ¿cuál es el nombre de la enfermedad que obliga al afectado
a comenzar a hablar en A y continuar con S
retroceder a X y finalizar con II?
Olor de las cocinas que pesa sobre techos hambrientos y cubre de grasa las arterias de los desayunantes y llena de cochambre los pulmones de quienes sólo huele solos
Solos se lee igual de derecha a izquierda
El vacío de un álbum
El vacío de la clara
El silencio cada vez más sólido
En mi sartén no hay huevos
Querido Diario, hoy tú y yo desayunaremos callados y solos en el fondo de una fonda y seremos felices

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